Para adentrarnos en los laberintos Freudianos sobre el principio del placer les dejo a continuación un resumen del seminario del año pasado que nos servirá como orientación para este año:
Comentario sobre el Libro de Marguerite Duras “el amante de la china del norte”
¿El nombre-del-padre es la pulsión de muerte?
¿Quién desea? El Otro. Primera interpretación que permite que lo no realizado advenga como necesario. Constitución primera en un orden de inexistencia. Estática del fantasma en el que el sujeto se encuentra detenido como objeto del deseo del Otro. El deseo es el deseo del Otro. El deseo no puede ser dicho empalma con la forclusion. Se desea lo no dicho por el Otro. Cada dicho del Otro constituye el saber inconsciente que dice sobre lo que no tiene nombre. Saber que bordea lo indecible del deseo. Indecible que empalma con un real. Real del Otro que hace a la fascinación por La verdad en cada quien. La locura. El rapto.
“Es la madre, una señora francesa, quien toca al piano la música en una habitación contigua.”
La música de la madre hace al deseo del Otro como destino. Estar destinado a responder por lo que en el Otro no tiene nombre. Destino que fracasa en su repetición. Repetición hecha con el saber del Otro. Saber del Otro que interpreta lo indecible como decible sin dar lugar a lo indecidible del saber. Borde que hace a lo real desconocido que retorna en las figuras de La verdad. Real como lo que vuelve al mismo lugar, lugar vacío, encuentro fallido que constituye la pulsión de muerte. Espera en sufrimiento.
“Entre los que bailan hay un joven, francés, guapo, que baila con una chica muy joven, francesa también. Se parecen.
Ella es la que no tiene nombre en el primer libro ni en el que lo había precedido ni en éste.
El es Paulo, el hermano pequeño adorado por su joven hermana, la misma a la que no se nombra.
Otro joven llega a la fiesta: es Pierre. El hermano mayor.”
Encarnar lo que no tiene nombre en el saber del Otro. Ser la presencia viva mortal del rapto.
“Se sitúa a unos metros de la fiesta y la mira.
Largo tiempo la mira.
Y luego lo hace: aparta a los pequeños boys que huyen asustados. Avanza. Alcanza la pareja del hermano pequeño y la hermana.
Y luego lo hace: coge al hermano pequeño por los hombros, lo empuja hasta la ventana abierta del entresuelo. Y, a ello como si le obligara un deber cruel, lo tira afuera como lo haría con un perro.”
Lo hace. Deber cruel de separar, como la pulsión de muerte, el amor del goce de la relación. La pulsión de muerte es el Padre como nombre-del-padre. Ahí donde estaba la fusión amorosa la pulsión de muerte como limite debe advenir. Máxima de la neurosis que intenta separar dos todos inexistentes. El goce de la relación no existe. El amor que hace Uno no existe. Lo que sostiene la pulsión de muerte como La verdad es intentar producir un corte en la pura inexistencia. Dice Lacan que como Freud creía en el Eros inventa Tanatos. Como la neurosis cree en el amor que hace Uno inventa lo real como lo que siempre vuelve al mismo lugar. Este real es un falso real, no es lo real como no relación sexual sino como lo que siempre haría relación donde el lugar estaría asegurado. Padre que nombre La verdad de la relación sexual separando el amor del goce, degradación de la vida erótica: amaras a tu madre pero no gozaras de ella, gozaras de las prostitutas que no son madres. Cuestión que Duras despliega en la niña en el intento de que el amor alcance al goce de ser prostituida. Hermano mayor que dice No pero que empuja a la prostitucion. El limite de la pulsión - padre de muerte es como la banda de moebius un sin limite que deja al sujeto expuesto al deseo del Otro. Aquello que busca separar la relación, la termina proponiendo como horizonte posible. Ambigüedad de los laberintos de la neurosis que Freud había ubicado muy bien en esta máxima: “Se como tu padre, no seas como tu padre.” El padre incluye su prohibición pero también su forclusion, forclusion que deja en el “ser nombrado para” del proyecto-deseo de la madre. El nombre del padre como lugar Unico tiene una relación topológica de continuidad con la forclusion. Lo que el padre no ve. Lugar de lo sensible. Pero hasta que el sujeto no haga con eso queda insensibilizado.
La inversión posible a producir en un análisis: “El goce del Otro, del cuerpo que lo simboliza, no es el signo del amor”. El Otro no existe pero podría tener un cuerpo. Porque se introduce un orden de existencia, ahí donde había pura inexistencia, el amor puede ser puesto en cuestión y dar paso a otro amor. Porque se introduce un goce que tiene un símbolo, una articulación entre lo que existe y lo que no, el decir puede advenir ahí donde reinaba La verdad de la inexistencia. Esto permite el paso del falso corte, que dejaba en la pura inexistencia, al corte que da lugar a lo verdadero. Que lo verdadero ex–sista. Que el amor se sostenga en la otra satisfacción que es lo que existe como símbolo del goce falico.
“El hermano pequeño se levanta y sale huyendo, grita sin palabra alguna.”
¿Cómo se anudan el hacer de uno y el gritar sin palabra del otro? Borde sin corte que rapta en una infinitud muda.
“La joven hermana le sigue: salta por la ventana y le da alcance. El se ha tumbado junto al seto del patio, llora, tiembla, dice que prefiere morir a eso... eso ¿qué?... Ya no lo sabe, lo ha olvidado ya, no dijo que era el hermano mayor.”
Olvido que es rapto.
“El lugar está otra vez en orden. Los muebles están en su sitio.
La madre no espera nada. Está en el centro de su reino: esa familia, apenas entrevista.”
Orden de hierro que no cuenta al sujeto más que como ese real que es la muerte.
“La madre ya no impide nada. Ya no impedirá nada.
Dejará que se haga lo que deba ocurrir.
Y ello a lo largo de la historia que aquí se cuenta.
Es una madre desalentada.
Es el hermano mayor quien mira a la madre. Le sonríe. La madre no le ve.”
Madre sacrificada como madre, que no ve el retorno de su sonrisa. Ubicada en la fascinación de su destino mirando sin ver en el centro de su reino.
Duras nos demuestra el amor trágico, si la seguimos nos encontramos leyendo un texto que imagina lo que no tiene nombre, donde lo que reina es una amor sin limites.